Llega el otoño y tu coche necesita estar preparado



El verano se despide y con él llegan los días más cortos, las lluvias constantes y las mañanas frías. El otoño es una estación que nos obliga a cambiar ciertas rutinas, y lo mismo ocurre con el coche. Muchos conductores creen que el vehículo solo requiere atención especial en invierno o antes de un gran viaje de verano, pero la realidad es que el otoño es una de las épocas más exigentes para nuestro coche.

Carreteras mojadas, hojas en el asfalto, menor visibilidad y cambios bruscos de temperatura hacen que el coche necesite un cuidado extra para evitar sustos. Así que si quieres que tu vehículo esté a punto y no te dé sorpresas desagradables, este artículo es para ti.

Revisión general, el primer paso antes del mal tiempo

En otoño, lo más sensato es hacer una revisión general del coche. No hablamos de nada complicado, pero sí de aspectos que muchas veces se pasan por alto y que pueden marcar la diferencia en un frenazo de emergencia o un viaje con lluvia intensa.

Neumáticos

Son el único contacto del coche con el suelo y en el otoño se enfrentan al agua, las hojas resbaladizas y el frío. Revisa la profundidad del dibujo (el mínimo legal es 1,6 mm, pero lo recomendable es no bajar de 3 mm) y asegúrate de que no tienen grietas ni deformaciones. La presión también es clave, consúltala en el manual y contrólala cada dos semanas.

Frenos

La distancia de frenado aumenta si la calzada está mojada. Si al frenar escuchas chirridos extraños, sientes vibraciones en el volante o el pedal se vuelve más duro de lo normal, no lo ignores. Estos síntomas suelen indicar que las pastillas o los discos de freno están desgastados o en mal estado. Circular así no solo pone en riesgo tu coche, sino también tu seguridad y la de los demás conductores.

Amortiguadores

Los amortiguadores son una de esas piezas del coche que no siempre se tienen en cuenta, pero que juegan un papel fundamental en la seguridad y el confort de la conducción. Su función principal es mantener el contacto constante de las ruedas con el suelo, evitando que el vehículo rebote en exceso y asegurando una buena estabilidad.

Con unos amortiguadores en buen estado, el coche frena mejor, las curvas se toman con mayor seguridad y los neumáticos se desgastan de forma uniforme. En cambio, si están deteriorados, aparecen síntomas como balanceo excesivo, pérdida de adherencia, vibraciones o incluso un aumento en la distancia de frenado. Conducir con los amortiguadores desgastados también incrementa el riesgo de averías en otros componentes. 

Aunque no existe un kilometraje exacto para cambiarlos, se recomienda revisarlos cada 20.000 km y sustituirlos alrededor de los 80.000 km, dependiendo de la marca y modelo de tu vehículo, del uso y del tipo de vías por las que circules. 

Luces

Con la llegada del otoño y el invierno, los días se acortan y la visibilidad en carretera se complica. La niebla, la lluvia y las horas de oscuridad hacen que las luces del coche sean más importantes que nunca. 

Por eso, es fundamental comprobar con frecuencia que todas las bombillas funcionen correctamente, desde las de cruce hasta las de freno e intermitentes. Un fallo en cualquiera de ellas puede convertirse en un riesgo innecesario. También es recomendable limpiar los faros con regularidad. Con el paso del tiempo, se deterioran. Si notas que tus luces iluminan poco, existen soluciones sencillas, un pulido de faros puede devolverles transparencia, y si el desgaste es mayor, lo mejor es sustituirlos.

Recuerda: una buena iluminación es sinónimo de seguridad. Dedicar unos minutos a revisar las luces de tu coche puede marcar la diferencia en tus trayectos diarios.

Escobillas y lunas

Cuando llega la lluvia, la visibilidad al volante se convierte en un factor decisivo para la seguridad. De poco sirven unos buenos frenos o unos neumáticos en perfecto estado si no ves claramente lo que ocurre delante de ti. Y aquí entran en juego dos elementos muchas veces olvidados, las escobillas limpiaparabrisas y el estado de los cristales del coche.

Con el tiempo, las gomas de las escobillas se endurecen, se agrietan o pierden flexibilidad, lo que provoca que dejen marcas, hagan ruidos molestos o no limpien bien. Si notas cualquiera de estos síntomas, lo recomendable es cambiarlas cuanto antes, ya que unas escobillas en mal estado reducen drásticamente la visibilidad bajo la lluvia. Revisa el nivel del líquido limpiaparabrisas y utiliza uno con aditivos adecuados para eliminar la suciedad más resistente y prevenir la congelación en invierno.

Las lunas y los cristales también requieren atención. La suciedad, la grasa y los restos de cal que se acumulan con el tiempo pueden dificultar la visión, sobre todo de noche, cuando las luces de otros vehículos se reflejan y generan destellos. Límpialos por dentro y por fuera. Mantenerlos limpios con productos específicos mejora la transparencia y evita empañamientos.

Te recordamos que la seguridad en la carretera depende tanto del conductor como del estado del coche, y el otoño es un momento perfecto para no descuidarlo.

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